
Y así fue como nos vimos todas, un grupito de amigas, y amigas de amigas, en el cine, este domingo, con nuestras bolsas de palomitas de mantequilla, nuestros ojos pintados, nuestras caras sonrientes. Todas allí hora y media antes del comienzo de la película para hablar de la película, que no habíamos visto, y para hablar del libro, que habíamos devorado.
Crepusculo, sin tilde suena fatal… sí, corrijamos: Crepúsculo.
Pues allí estábamos en la última fila de un cine moderno de Madrid. Sólo chicas. Nerviosas, impacientes, expectantes. Y comienza la película. Una película de amor y vampiros.
Amor, porque Bella, que es una chica bastante torpe, ni guapa ni fea, ni simpática ni antipática, ni alta ni baja, en resumen, anodina toda ella, conoce a Edward y se enamora de él. Edward es, además de un chico perfecto, galante, guapo, educado, sincero, generoso …¡un vampiroooo! El amor ideal e imposible a la vez. Por eso de los vampiros.
Mézclese todo esto en una cocktelera, agítese y ahí tenemos el resultado. Un pastelón rosa, enorme, blandito como mi nube, y que encima NOS ENCANTÓ. Y lo dijimos tan satisfechas. “La peli es malísima, pero a mí me ha encantado”, soltamos todas casi a coro, y luego, risas, risas y más risas.
El libro: malo malísimo, escrito a trompicones, la historia curiosa pero a veces hasta nos da rabia de lo mal que escribe la mujercilla: Stephenie Meyer. Pero no puedes parar de leer. Imagino que será como cuando antes, nuestras madres se enganchaban a la radio-novela o se leía amarosa. Nosotras estábamos enganchadas a Crepuscúlo, y por supuesto, la película estaba hecha por y para nosotras, y, ¿porqué no?, para nuestras madres (mi madre se enganchó). ¿Por qué?, porque todas somos un poco la protagonista, Bella, y a todas nos parece que la historia es nuestra.
Si no se ha leído el libro, lo mejor es ni plantearse ir a ver la película, ya que no se entenderá nada, es una peli por y para los fans, un regalo visual para ellos (nosotras).
Y, las cosas como son, Robert Pattinson, ese joven actor inglés que encarna a Edward, no era casi nadie antes de esto, y después de esto, nadie le va a quitar el San Benito de Edward, por su carisma (el de Edward) tal y como pasó con Frodo, en “El Señor de los anillos”, con Neo en “Matrix” o con Anakin en “Star Wars”, están amarrados a un personaje de por vida.
Por ahí andan algunas con esta leyenda tatuada en el tobillo:
“-Y así fue como el león se enamoró de la oveja.
-¡qué oveja más estúpida!
-¡y que leon tan estupido y masoquista!
No hay comentarios:
Publicar un comentario